Unos meses atrás hubiese dicho "que no se acabe",
hoy me digo que no me importa lo que dure,
ya es para siempre.
Crecí creyendo que a la felicidad tenías que ganártela o merecerla, pensando que tenías que trabajar por ella y además, mucho.
La felicidad en mi casa era algo así como un destino al que habríamos de llegar algún día, sin ponernos a pensar que ya éramos felices.
Recuerdo las veces que nos sentábamos todos a la mesa y la conversaciones eran interminables hasta que alguno de nosotros empezaba con esa manía de reírse del otro.
Hasta ahí quedaba todo, porque había quien terminaba enfadado por ser el blanco de esa risa. Yo no, generalmente me reía de mi misma.
Pero me pregunto, nos dábamos cuenta que eso era la felicidad... no estoy segura.
En mi casa había problemas, disputas, diferencias, roces, carencias, si. Como en muchas familias, pero nos amamos y con eso bastaba.
Peleaba mucho con una de mis hermanas, pero recuerdo el día que entré a la escuela y unos niños me molestaban, ella me defendió a capa y espada, me tomó de la mano y me mantuvo a su lado durante el recreo.
Yo a mi corta edad, comprendí que no importaba cuántos niños o niñas se metieran conmigo, estaba segura que a ellos no los querían tanto como a mí.
Mi papá no es un hombre que exprese mucho sus sentimientos, creo que no sabe muy bien como sacarlos, él es más bien de hechos. Digamos que su amor es más concreto.
Cuando hablo con él por teléfono nuestras charlas no duran más de cinco minutos, sin embargo no hay un día que no lo haga.
A veces por alguna razón no llamo a mis padres durante el día y con seguridad por la noche recibo su llamada.
El otro día mientras estaba a punto de salir de casa sonó el teléfono, llevaba yo mucha prisa, vi en el identificador que la llamada era de casa de mis padres, así que decidí que les llamaría mientras conducía. Me subí al auto y conduje a mi destino. Olvidé hacerlo.
Pasaron un par de horas y sonó mi celular, otra vez era de casa de mis padres. Estaba yo en medio de una conversación importante, así que respondí con un " les llamo enseguida, estoy un poco ocupada". Y así volvió a pasar una hora hasta que una vez más sonó mi teléfono, al ver el número recordé que debía llamarlos, así que contesté con un poco de desazón porque me sentí muy presionada.
Era él, mi padre. Y supongo que el tono de mi voz le hizo decirme, "hija no quiero quitarte el tiempo, sólo quiero saber que estás bien".
Mi padre no lo sabe, pero después de decirle que sí, que todos estábamos bien, de agradecerle y de despedirme, me puse a llorar.
Y lloré mucho porque me sentí una idiota, porque fui una idiota con él.
Y lloré porque creo que ya no sé cómo gestionar el amor que se me da sin que me pidan algo a cambio.
Obviamos lo evidente, y la felicidad es una de esas cosas.
A veces pienso que el amor tan grande de mi familia hacia mí me hizo daño. Ese amor me hizo creer que podía salir a la calle sin que nadie me lastimara, me hizo creer que la felicidad me la merecía casi a diario, me hizo creer que no había gente mala, que la vida era toda color rosa.
Quizá por eso mis relaciones amorosas no funcionaban, porque crecí recibiendo muestras de amor que después ya no llegaban.
Y también a eso me acostumbré.
He aprendido, a cursos intensivos como siempre digo, que la felicidad es como un dado, que habrá días en los que su cara tenga solo un punto, otros quizá tenga los seis, pero siempre, caiga el número que caiga... será para avanzar y a nuestro favor.
A.
P.D. Desde que estás, la felicidad me llega en dosis cotidianas.
Te quiero!
Te entiendo perfectamente
ResponderEliminarUn beso
Qué tal las vacaciones?
Eliminar;)
Dos para ti.
¿Eres consciente de cómo escribes?
ResponderEliminarY la acotación al final. Chapeau.
EliminarPues gracias, Alejandro.
:)
Te invito a mi rincón, te espero guapa.
ResponderEliminarhttps://www.alejandrosanmartin.net/
Me daré una vuelta, aunque guapa, lo que se dice guapa, no sé si lo consiga.
EliminarSeguro se lo merece signrina ....lo envidio
ResponderEliminarCuidado con los Santos.........
PD: Y somos 4 hermanos, ahora entiendo que le gustase a todos los vecinos estar en mi casa.
Cada día que nos vemos me besan.
De joven les decía pesadas, ahora me encanta que lo hagan.
Me besa usted signorina.?
S
Muasssssssssssssssssssss.
Así que sus hermanas lo besan mucho,
EliminarHacen bien, debería besarlas usted también Sicilia,
Ahí le va el mío.,.
Muuuaaa
Mi querida A., es que tal vez no tengas que gestionar nada. Tal vez el amor no haya que gestionarlo, sólo sentirlo, compartirlo y ya está. ¿Eso es todo? No. El amor hay que cuidarlo, regarlo y cultivarlo cada día. Es una planta que siempre florece cuando estas tareas se hacen sin excusas, desde cada uno de los lados, restándose importancia para dársela al otro, pero cuidándose y respetándose ambos a la vez, de manera incondicional. "Que seas feliz" -dice el amor. "Tu bien me es querido por encima de todo." "Estoy unido a ti, pase lo que pase..."
ResponderEliminarTal vez nuestros padres -y nuestras familias- nos hayan enseñado todo lo importante; todo lo que teníamos que saber, y ahora lo sepamos reconocer, sintiéndolo directamente, cuando llega a nuestras vidas...
Tu manera de escribir es de una sensibilidad tal que me rompe. Siempre ha sido así. Pones tanta verdad en cada palabra, que casi no sé ni qué decir... Sólo que te quiero. Sólo que te adoro. Sólo que algo en mí está a punto de estallar cada vez que te leo...
Que tú estés bien por encima de todo, que seas feliz. Estoy unido a ti, pase lo que pase, sin condiciones...
Y qué más puedo pedir, si lo que dices es hermoso!
EliminarYo también te quiero, y te quiero saber bien y feliz.
Si tú lo eres, yo lo soy.
Sí que se nota esa verdad en tus letras, escribes como el que lo hace con el corazón, quien sabe si también sobre el mismo corazón.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Muchas gracias Pitt, por pasarte y comentar.
EliminarUn beso.
Me gusto mucho
ResponderEliminarBesos
Me gusta que te guste, Chaly!
EliminarBesos