Mío
Cada vez es más breve ese pequeño espacio donde quiero vivir. Ese, entre la puerta y tu cuerpo. Entre tu mano y mis gemidos, entre morirse y resucitar. Que seamos otros, distintos, mezclados, no tú y no yo sino uno, el mismo. Que te quedes en mí, que permanezcas en mi piel, entre mis piernas. Que me existas y me sucedas.
Aquí... conmigo y a mi lado.
Que sea yo ese lugar en el que te vas y vienes, en el que te mueres de a poquito. Ese lugar en el mundo, donde solo estés tú y yo contigo.
Me quiero en tu vida.
Me quiero contigo.
Ya no sé quererte de otra manera.
Que mi cuerpo reconozca tu río por sus cauces. Que no haya parte de mí sin ser descrita por el lenguaje de tus manos. Que revivas del sueño.
Y cuando ese nuevo amor llegue a tu cuerpo, que se quede mudo de caricias. Porque ya todo estuvo dicho por mis labios. Nada quedó para ser allanado, nada dejé sin ser descubierto.
Gotas de tí, de tu deseo, cayeron en mi cuerpo y me regaron haciendo que nacieran flores. Entre mis piernas escurrieron tus ganas y las mías.
Tú eres esa cajita en la que guardé mis gritos, bebí de tu sexo la vida misma. Eres mi predicado y sujeto. El verbo que no será dicho de nuevo.
A.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Muy hermoso, felicidades.
ResponderEliminarGracias por leer, Alejandro.
EliminarUn beso.
Y qué hacer cuando todas las noches te acuestas
ResponderEliminardesnudo en tu cama
excitado
pensando en la persona que tanto necesitas a tu lado tener...
Y qué hacer cuando te despiertas de nuevo excitado
cuando cada mañana la luz entra a través de la ventana
y sientes la aceleración de tu sangre palpitar
cuando la recuerdas -a ella- de nuevo
y tanta es la necesidad y la falta
que te duelen no sólo de tu cuerpo las partes
que marcan la intensidad de tus ganas
sino tu mente y tu alma también...
Y qué hacer cuando sabes
que ni cincuenta veces seguidas
serán suficientes
para saciar el apetito que de ella tienes
y que ni el más fuerte de los abrazos
ni el más dulce y lascivo de los besos
calmarán esta sed...
Sólo la buscas
la buscas en todo
en cada rincón de tu mundo
en cada respiración ausente
en el aire que rodea tus deseos encendidos
en las sombras de los árboles
y en el rumor del viento...
La buscas y desesperas
y la vuelves a buscar
y algo se pone en marcha
y tu cuerpo la pide a gritos
y tu corazón se siente
a ella atraído
como un imán...
Y te va marcando el camino
y ya no entiendes de razones
sino de necesidades perennes...
Y la sientes adorar
y hay veces que desearías
a mordiscos arrancarle las bragas
y saciarte del todo en su manantial
y no puedes pensar en otra cosa
que tenerla cerca y cuidarla
que recorrerla en caricias continuas
que caminar con ella de la mano
construyendo un nuevo destino
en el que verla sonreír...
Y de tanta falta
y tantas ganas
de tanto ansia
y tanto amor
de tantos besos
y caricias
esperadas
muere la razón
-que no es tal-
y vive la esperanza...
Y todo se da la vuelta
y la única locura
se llama distancia
y la única cordura
es la que roza tu piel...
Y siendo así
todo está dicho ya
y el camino
señalado
sin desviación posible
ni alteración del rumbo...
Rumbo a ti
que me marcas el rumbo
rumbo a ti
que excitas mis sentidos y mi necesidad
rumbo a ti
para calmar esta sed insaciable
esta sed de ti
que marca mi rumbo.
Solo ser y estar.
Eliminar:)
Que sea como tú deseas.
ResponderEliminarBesos.
Amén, Toro.
EliminarBesos
Intensa prosa poética erotizante.
ResponderEliminarBesos.
Gracias por leer, Dylan.
EliminarUn beso.
Tuyo
ResponderEliminar... pero si no hay un "tú", ni un "yo", sino "uno", el mismo...
¿Dónde queda "mío"?
¿Dónde queda "tuyo"?
¡Nuestro! (Dos, que son uno, pero siguen siendo dos; más ellos mismos que nunca)
¡Muaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Y así en sintonía, compartirnos la vida.
Eliminar¡Muuuuuuaaaaaaaaaaaa!
Ese es el ùnico lugar al que siempre quieres volver y nunca irte...
ResponderEliminarIncondicionalmente.
EliminarGracias por leer y comentar, Jo.
Un beso.