Te amo
Te presentí como quien adivina una tormenta.
Me prometí entonces atreverme a soñar siempre, aunque doliera, aunque para ello hubiera que sentir intermitentes ráfagas de viento helado en el corazón ó caminar bajo el incontenible cielo que me desvela la pequeñez.
Y es que hay amores que deberían traer una advertencia de extremar precauciones. Como éste que se me ha encajado en el pecho, y enquistado en la razón.
Aún siento el mareo que me provoca tu alma telúrica y el temblor que me desata tu presencia vendaval.
Pues nada, que hoy renuevo esa promesa... me atrevo a soñar.
A.
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Puedo identificar en qué momento supe cuándo la amaba y cuándo supe que ya no.
ResponderEliminarMe gusta mucho lo que escribes.
Saludos
Y en ambos momentos Alejandro, debió haber honestidad y felicidad, creo.
EliminarGracias.
Bien
ResponderEliminarRenueva compromisos
Besos
Muuuuuuaaaaaaaaa, Óscar!
EliminarDisfrútalo.
ResponderEliminarSin miedos ni recatos.
Besos.
Eso intento Toro.
Eliminar:)
Besos, muchos.
Qué afortunada! No dejes de sentir!!
ResponderEliminarBesos
¿Verdad que si, mi querida Maria?
EliminarBesos para ti.
Creo que atreverse a soñar siempre es el primer paso para que eso que deseas tanto se convierta en realidad. Cariño, yo también me atrevo a soñar contigo...
ResponderEliminarAnda, baja y enséñame esos pies doloridos con heridas en los talones, que soy incapaz de verlos así sin curarlos y ponerles unas buenas tiritas. Y la fotografía es preciosa, y el encabezamiento (“¡te amo!”) compartido. Las exclamaciones las añado yo, cada vez que te lo digo...
Un beso infinito
Pd. Conozco un campo de espigas doradas donde podernos tumbar y contemplar sin prisa las estrellas... ¿Te vienes?
Soñemos entonces, amor!
EliminarY hagamos de ese campo de espigas doradas nuestra trinchera de amor, dónde quepan más de mil caricias infinitas...
¡Si, si voy!