Sí, yo sé que decir los pensamientos en voz alta es un riesgo. Pero también sé que nada cambiará mientras el silencio viva al amparo de su indiferencia o de su cobardía.
Están aquí, a mi lado. Y darles la espalda es sólo maquillar con algún triunfo a la cordura.
Están aquí, nunca se han ido.
A veces, censurar al corazón es desenfocar los sentimientos. Guardarlos en un dobladillo
anónimo de la vida y descoserles el miedo... a menos que sea necesario.
A.
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