Te amo
Te presentí como quien adivina una tormenta.
Me prometí entonces atreverme a soñar siempre, aunque doliera, aunque para ello hubiera que sentir intermitentes ráfagas de viento helado en el corazón ó caminar bajo el incontenible cielo que me desvela la pequeñez.
Y es que hay amores que deberían traer una advertencia de extremar precauciones. Como éste que se me ha encajado en el pecho, y enquistado en la razón.
Aún siento el mareo que me provoca tu alma telúrica y el temblor que me desata tu presencia vendaval.
Pues nada, que hoy renuevo esa promesa... me atrevo a soñar.
A.
Mío
Cada vez es más breve ese pequeño espacio donde quiero vivir. Ese, entre la puerta y tu cuerpo. Entre tu mano y mis gemidos, entre morirse y resucitar. Que seamos otros, distintos, mezclados, no tú y no yo sino uno, el mismo. Que te quedes en mí, que permanezcas en mi piel, entre mis piernas. Que me existas y me sucedas.
Aquí... conmigo y a mi lado.
Que sea yo ese lugar en el que te vas y vienes, en el que te mueres de a poquito. Ese lugar en el mundo, donde solo estés tú y yo contigo.
Me quiero en tu vida.
Me quiero contigo.
Ya no sé quererte de otra manera.
Que mi cuerpo reconozca tu río por sus cauces. Que no haya parte de mí sin ser descrita por el lenguaje de tus manos. Que revivas del sueño.
Y cuando ese nuevo amor llegue a tu cuerpo, que se quede mudo de caricias. Porque ya todo estuvo dicho por mis labios. Nada quedó para ser allanado, nada dejé sin ser descubierto.
Gotas de tí, de tu deseo, cayeron en mi cuerpo y me regaron haciendo que nacieran flores. Entre mis piernas escurrieron tus ganas y las mías.
Tú eres esa cajita en la que guardé mis gritos, bebí de tu sexo la vida misma. Eres mi predicado y sujeto. El verbo que no será dicho de nuevo.
A.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)