Me desnudo a paso lento
ante el dulce llamado
e incandescente de tu mirada
Me tiendo ahí, a tu lado...
Sientes mi aliento
en el vértice de tu cuerpo
Y yo el deletreo de tus dedos
sobre el vórtice de mis deseos
Te vuelves caricia líquida
Pecado impoluto que se amolda a mi cuerpo
Cual rienda la cabellera
guías con fuerza mi desbocado deseo
Desciendo al centro de tu infierno
ardo en tu fuego más intenso
Te posas en el sendero
que perviertes con tus besos
El infierno, cielo y tierra
en tus manos de alfarero
Caricias que cambian,
que someten, que redimen
Comunión bendita entre mis sombras y tus trazos de luz
Caderas que se elevan
marionetas de tu mar embravecido
Te adentras, te recorro
y el vaivén de nuestro paraíso
se hace eterno
Bebemos juntos
ese elixir que emana
de la misma fuente
dónde nos hemos perdido
Eres latido perpetuo
Soy gemido intempestivo
A.
Nada que añadir
ResponderEliminarHasta sobro
Besos
Tus letras son garantía de cosas pronfundas, letras sentidas que nos evocan sensaciones a veces olvidadas.
ResponderEliminarVerte escribir sobre erotismo es una verdadera sorpresa, agradable por cierto.
Me gusta la delicadeza con que nos muestras está faceta tuya.
Me gustas.
P.
Quedo perplejo. Una llama que re-incendia otra llama... Cómo me gusta tu delicada maldad. Jaque al caballero, pequeña. ¡ZAS!
ResponderEliminarSonrío mi niña.
ResponderEliminarSolo aspiro a ver ese ramilletes de anantes, llorar en cofradía.
Cuando te cases conmigo.
Ejem
Muas
S