Y sonreímos, porque ambos sabemos lo imprevisto que puede resultar el infinito de cuando ponemos dos espejos frente a frente.
Sin demora empiezo con ese monólogo estricto que impaciente no sólo busca tu cara sino el resto de tu ser.
Y te encuentro porque por fin estás aquí, y entonces sin hablarme te acercas y me besas. Y el roce de tu cuerpo con el mío no deja lugar a las sorpresas.
Sonrío, porque es lo más humano que me sale cuando me siento indefensa... pero segura.
Me desnudas impaciente, como quien abre una cortina en la mañana para que su mundo interior se llene de sol y me descubres las ganas extendidas, blancas y a tus anchas.
Me incorporo y te quito la camisa lentamente. Mis manos recorren tu torso desnudo, más por supervivencia que por instinto.
Sin demora empiezo con ese monólogo estricto que impaciente no sólo busca tu cara sino el resto de tu ser.
Y te encuentro porque por fin estás aquí, y entonces sin hablarme te acercas y me besas. Y el roce de tu cuerpo con el mío no deja lugar a las sorpresas.
Sonrío, porque es lo más humano que me sale cuando me siento indefensa... pero segura.
Me desnudas impaciente, como quien abre una cortina en la mañana para que su mundo interior se llene de sol y me descubres las ganas extendidas, blancas y a tus anchas.
Me incorporo y te quito la camisa lentamente. Mis manos recorren tu torso desnudo, más por supervivencia que por instinto.
Me elevo lo suficiente para decirte en un susurro...
- Moría por sentirte mío -
- Moría por sentirte mío -
Mis manos descienden para liberar de tu cuerpo la dureza, y te sonrío como quien tiene la certeza de que esta noche somos menos laberinto y más rompecabezas.
Con tus manos, descubres esa primavera que me nace entre las piernas.
Algo me dices, pero el deseo absoluto lo disuelve en el laberinto de mi oreja. Sólo siento tu lengua que busca lentamente el camino, la percibo por esa vereda que al descender, es delirio.
Mi cuerpo se arquea buscando sentirte aún más, mis manos recorren tu espalda, mis piernas te atrapan, tu boca me busca las ganas.
Y llegas a ese paraíso que sólo tu has creado, desbordando con ansias mis caudales. Mi cuerpo impaciente te reclama desde dentro y obediente entras en mí con la fuerza de la marea y me invades con tu ir y venir de mar furioso.
Nos besamos y nos buscamos, como no sabiendo dónde empiezas tú y dónde termino yo.
Algo me dices, pero el deseo absoluto lo disuelve en el laberinto de mi oreja. Sólo siento tu lengua que busca lentamente el camino, la percibo por esa vereda que al descender, es delirio.
Mi cuerpo se arquea buscando sentirte aún más, mis manos recorren tu espalda, mis piernas te atrapan, tu boca me busca las ganas.
Y llegas a ese paraíso que sólo tu has creado, desbordando con ansias mis caudales. Mi cuerpo impaciente te reclama desde dentro y obediente entras en mí con la fuerza de la marea y me invades con tu ir y venir de mar furioso.
Nos besamos y nos buscamos, como no sabiendo dónde empiezas tú y dónde termino yo.
Te miro a los ojos, te sonrío traviesa y con la habilidad de una amazona, ahora eres tú mi presa. Soy yo la que propone y te deja sin salida.
Me subo a tu cuerpo, te bailo despacio, me muevo divina... danzo impaciente sobre tu sexo endurecido.
Tus manos de mi pecho a mis caderas, en el más delicioso sube y baja.
Te acoplas a mis movimientos y en ese balanceo tan placentero nuestras almas bailan y se besan.
Oscila mi cuerpo, mis caderas te danzan, y obscena acelero hasta sentir que te derramas.
Me subo a tu cuerpo, te bailo despacio, me muevo divina... danzo impaciente sobre tu sexo endurecido.
Tus manos de mi pecho a mis caderas, en el más delicioso sube y baja.
Te acoplas a mis movimientos y en ese balanceo tan placentero nuestras almas bailan y se besan.
Oscila mi cuerpo, mis caderas te danzan, y obscena acelero hasta sentir que te derramas.
Rendido a mi lado me invaden las ganas de mirarme en tus ojos, de rodearte con mis brazos para que no te vayas nunca, de llenar los huecos que hay entre mis dedos con los tuyos, de quitarte las palabras de la boca y guardarlas en la mía.
Podrás dominar todo lo que quieras de mí
pero tu condena será quedar encadenado
y tener celos de la mismísima sombra
que de mis pasos
no se despega.
Entonces, serás tú el conquistado
y no querrás
por nada del mundo
abandonar ese lugar que te corresponde
tanto como yo te correspondo a ti.