¡Qué lejos estoy del pueblo donde he nacido!







Es verdad que que son muchos los acontecimientos que retan a el ánimo y a la esperanza, muchos los sin sabores, muchas las desgracias, muchas las tristezas.
También es cierto que no soy de enarbolar banderas, ni de patriotismos estúpidos que no van más allá de palabras huecas.

Pero hoy te busco con aquella desesperación con la que busco las llaves de casa por la noche en el bolsillo de mis vaqueros. Y con ese mismo sobresalto instantáneo de imaginar la posibilidad de quedarme fuera a merced de la oscuridad de la noche.

Sé de antemano que de ti ya no estoy dentro, y así me quedaré hasta que el caprichoso destino, decida abrirme la puerta y me deje pasar.
Y es que yo soy como aquel que atan a un árbol, después que lo sueltan, la soga ya es la de menos.

Soy como esas plantas que se tragan su propia tierra, que les queda pequeño el espacio (no importa el tamaño) y que inevitablemente se secan, la secan.

Las llaves de casa siempre aparecen tarde que temprano, sin embargo de eso que hoy busco, quizá ya nada queda.

Partí hace mucho y con un pañuelo en la cabeza me uní a los gitanos, me volví nómada, vagabunda, fugitiva.

Ese lugar como yo lo conocía, ya no existe, ya no hay calle que lo incluya, ni mapa personal que lo contemple.

Físicamente no tengo a donde regresar, ni un lugar para recordarme. Las mudanzas diluyen de a poco los detalles, las pequeñas cosas y las aparentemente menos importantes.
Buscar sin respuesta te deja extenuada, adolorida y me atrevería a decir que incluso te hace sentir derrotada.

Pero vuelvo a buscar en el bolsillo ó en mi bolso de mano, incluso tocándome el pecho, el trasero ó los costados, con ese gesto tan familiar que te da la esperanza de saber que has de encontrar algo que te sea útil,  y me doy cuenta que no necesito buscar nada más, que sólo debo ser y estar, que nada ha cambiado.
Que lo que creo perdido sólo está guardado, que el sol es el mismo, que el cielo no se ha desteñido. Que las calles no crecieron, que es solo que la pausas en las vivencias les cambiaron el tamaño.

Hablo de mi tierra y de ese pedazo de cielo que por derecho ancestral he heredado. Todo está como lo dejé, nadie lo ha profanado. Sólo debo recordar que está conmigo, que siempre ha estado y que no hay desastre natural, crisis social, mal gobierno  o recuerdo amargo, que me cierre la puerta, que me pierda la llave o me quite estas ganas de regresar a ese lugar que tanto amo.


A.





14 comentarios:

  1. Todos tenemos un sitio de referencia, donde reconocernos

    Y allí estaremos siempre

    Besos

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    1. Y de donde alimentarnos, querido Óscar.

      Besos para ti.

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  2. Muy bonito lo que has escrito.
    Existe un origen, y un primer hogar; pero vayas donde vayas, siempre estarás en casa. Por lejos o rápido que te muevas, no te separarás ni un milímetro de tu centro.

    Bxx ;)

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  3. Dónde siempre estará es en tu corazón.
    Seguro.

    Besos.

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    1. Comulgo contigo, Toro.

      Gracias por venir. :)

      Más besos.

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  4. Soy un gitano y dónde planto mi techo es mi hogar y mi querencia

    Besos

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  5. Donde uno vaya, está el hogar... somos nuestro hogar nosotros mismos. Y lo que uno siente, lo siente en cualquier parte, no cambia por el lugar. Pero el terruño es el terruño y este, no es fácil de olvidarse. Muy pocos lo logran. Nuestra idiosincrasia es única y con USA no encaja tan fácil.
    Besos.

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  6. No es fácil, duele, se añora. Pero claro, en ti siempre estará y será.

    Besazo.

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  7. Qué difícil Ale...porque estando lejos quisieras volver, pero lo que fue en su tiempo ya no está y al encontrarte ahí, estarás deseando volver a tu nuevo hogar.

    Un abrazo ♥

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  8. La invito a la mia..
    Y la tocaré su corazón , su trasero y sus costados en busca de algo útil.
    Es toda usted tierra fértil signorina, capaz de atrapar y producir frutos y crear hogar, en cada poro de su piel..
    Yo me pido asilo político..
    Un Martini mi niña?
    muasss
    S

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  9. Chaly, Sara, María, Lili y Sicilia.

    A todos agradezco sus comentarios.

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  10. Recuerdo la casa de mis padres.

    Tantas cosas. Tantas vivencias.


    Tenía 22 años de edad cuando me fui de casa.
    Fue hora de independizarme.

    Mis padres, luego se fueron a vivir al sur del país. Casi al extremo.
    Los acompañé a construir su nueva casa.

    Cuando volví...
    Pasaron unos pocos días y fui a la casa que ya no era... mi casa... ni mis padres estaban dentro.

    Entonces
    No podía conformarme.

    No podía creer que no pudiera entrar.

    Mi corazón se retorcía de dolor.
    Fue terrible.

    Bueno
    Supongo que alguna semejanza hay... cuando estás lejos de tu país. Lejos de casa.

    Y como dices
    Hay heridas que nunca sanan.


    Un abrazo, A.
    Con todo el cariño del mundo.

    ***

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  11. No, no sanan Iván. Aunque aprendemos a vivir con ellas.

    Un beso.

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¿Y el tuyo?