Sin palabras...
Hace un par de días, alguien me hizo recordar como cuando al llegar a casa yo salía a tu encuentro para darte la bienvenida con un beso.
Y llevo dándole vueltas desde entonces.
Recordé también que mientras te hablaba mirándote a los ojos, terminaba llorando como una tonta.
Segura estoy que era un llanto de alegría, un llanto de emoción, un llanto de esos por sentir cosas tan grandes que no me cabían en el cuerpo.
De cómo jugábamos a sorprendernos con mensajes que nos hicieran sonreir.
Era divertido madrugar para ser la primera en formar una frase imaginando que al leerla se iluminaría tu cara. O llegar a casa y entrar directamente en la cocina para ver lo que tu habías puesto después para completarla.
Algunas duraban por días, otras se despegaban y terminaban desperdigadas por el suelo.
A veces, me levanto convencida de encontrarte ingeniando alguna frase dulce o divertida para mí. O rescatando las palabras que olvidamos guardar para cuando nuestra voz no tuviera eco. Para cuando el hilo rojo que nos unía, estuviera roto.
A veces, aún perezosa y con los ojos borrosos de lágrimas, voy a la cocina y me siento en el suelo frente a la nevera.
Ya no hay imanes, ya no hay palabras que den vida a los recuerdos.
Ahora formo frases que no creo que entiendas, o quizá es solo un impulso, o puede que sólo necesite recordar dónde está mi suelo.
A.
Ideas Desordenadas
Tengo ganas de abrirme el esternón
y asomarme a mis latidos
Rescatar a la niña herida que habita dentro
Extirpar el sufrimiento
aquel que tiene forma y se instala cerca de las mamas
Sacar lo más bonito que tiene mi cuerpo
y restaurarme el alma
Tengo ganas de arrullarme en tu mirada
Cerrar los ojos y enmudecer a la piel dañada
Volar desnuda entre pensamientos
sobre la libertad y bajo los sentimientos ya olvidados
Elegir desde mi propia esencia
sin apegos ni condiciones
Depender tan sólo de mi propia alegría, de vivir...
A.
Propuesta
¿Somos pocas las mujeres que aún escribimos cartas de amor?
Si, somos pocas las mujeres que aún añoramos a nuestros amores. Posibles o imposibles, bajo la lluvia o sobre el agua, de aeropuertos o de esquinas, de parques y escaleras, de vinos o de menta. Cercanos o de lejos, de amaneceres frente al fuego o de a atardeceres sobre hielo. De niebla y añoranza. De gritos o a susurros, que se nombran o se trazan.
De sonrisas en los labios y caricias en las manos. O amores que como tú habrá que devolverlos a la tierra, para que se alimenten de lo que fueron y se propaguen.
Tú lo sabes mi hombre, somos pocas.
Esta mujer que hoy te escribe es una de ellas... Y aunque leerlo no te hará comprenderla, quizás te haga comprender que a veces, sólo a veces no necesitas de más nada para romper con las distancias y deshacerte de tus miedos.
Lee esta carta, encuentrate en sus palabras. Quédate en su interior, lo suficiente para que pertenezcas y la habites. No importa que estés ausente.
Porque para alguien como yo, amar en la distancia puede ser suficiente.
De una mujer que sabe de ti...
A.
De mi...
“Soy inquieta y áspera y desesperanzada. Aunque amor dentro de mí, eso sí lo tengo.
Pero no sé usar el amor. A veces me araña como si fuese una garra"
CLARICE LISPECTOR
He pensando mucho en estos últimos días sobre la muerte. Los mismos días que he evitado escribir una elegía.
Pero hoy fue inevitable pensar en cómo puede esta llegar sin avisar, sin darte tiempo para atar los lazos de tu vida... Y en cómo a causa de ello, destroza a los que quedan sumidos en la ausencia.
Pero hoy fue inevitable pensar en cómo puede esta llegar sin avisar, sin darte tiempo para atar los lazos de tu vida... Y en cómo a causa de ello, destroza a los que quedan sumidos en la ausencia.
Como todos, mucho he perdido en la vida, he perdido oportunidades, he perdido milagros, he perdido fe, he perdido amantes, he perdido maridos. He visto gente desaparecer de mi lado, de mi vientre, de mi cama porque así lo he decidido o porque la vida así lo decidió... Con y sin excusas, con y sin razones, con y sin mentiras, con y sin despedidas.
Pero la muerte de alguien a quien amo, es por mucho más de lo que mi cuerpo puede aguantar. Siempre he pensado que la gente que está dentro de ti, en algún momento, o en muchos momentos se llevan algo de uno cuando se van, cuando lo hacen por un rato o cuando se van para siempre.
Por eso le doy tanta importancia a no guardar los sentimientos. Por eso no me gusta prolongar los enfados. Por eso sí quiero decir "te amo", lo digo. Si quiero escribir "te extraño", lo escribo.
Porque si alguna vez me voy (y haya o no algo después), quiero hacerlo con la certeza de que mis seres queridos sepan de lo mucho que les he amado en vida y lo poco que me han importado los detalles secundarios frutos de lo cotidiano y del roce. Porque no me gustaría que a su dolor se les sume la sensación de "duda". Por eso creo que debemos mostrar nuestros sentimientos siempre, por ridículos que a veces nos parezcan. Los que nos rodean tienen que tener bien claro nuestro amor hacia ellos, lo importantes que fueron.
Porque si alguna vez me voy (y haya o no algo después), quiero hacerlo con la certeza de que mis seres queridos sepan de lo mucho que les he amado en vida y lo poco que me han importado los detalles secundarios frutos de lo cotidiano y del roce. Porque no me gustaría que a su dolor se les sume la sensación de "duda". Por eso creo que debemos mostrar nuestros sentimientos siempre, por ridículos que a veces nos parezcan. Los que nos rodean tienen que tener bien claro nuestro amor hacia ellos, lo importantes que fueron.
Porque debemos aprender a dar las gracias y a quitarnos las corazas.
Tal vez el hecho de haber tenido pérdidas tan inesperadas en mi vida me ha hecho pensar frecuentemente sobre mi propia muerte. Y debo reconocer que dentro de todo lo que esta encierra lo que más me aterra es ser olvidada.
Y el dejar un entorno roto y lleno de preguntas...
PD. Te echo de menos, no imaginas cuánto.
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