Él







Dice que sabe de demonios, de noches infinitas, de abismos que nunca cesan, de huecos que nunca cierran, de habitaciones diminutas, de corazones ajironados, de remiendos, de mundos donde no existe la orfandad, de submarinos y de aviones, de pentagramas silvestres, de claves de luna, de exorcizar intrigas, de lamer heridas, del plumaje de mis tobillos, del reverso de mi piel.

Dice que sabe de lágrimas, de las pequeñas, las intensas, las inmensas, de las mías. Qué sabe de vuelos sin escalas, de momentos fermentados con miradas, del olor a tierra mojada, a hierba sesgada, del sol sostenido, de suspiros remendados, de la costura de mis labios.

Dice que sabe del fotograma que la vida le ha hecho a mi pecho, del ritmo de mis latidos, del tamaño de mis miedos y de esos que sin pertenecerme hago míos.

Me repito que no son maneras, ni son horas, que es mal momento, que no lo conozco, y además no es mi tipo. Pero...

Él es hora exacta, momento ideal, el de siempre, él no es por mi... sino conmigo.
Y yo soy toda, siempre, entera, yo.


A.




De barro







Fui hecha
de morivivíes
de cabellos rizos en penumbra
de humedades constantes
de brújula con Alzheimer

Fui hecha
de manos pequeñas 
hambrientas
de pies descalzos 
de veredas sedientas
de tropiezos y grietas

Me hicieron con hambre
de piel con gula
de caderas inquietas
de alma insatisfecha
de vientre ansioso
de necesidad con culpa

Me hicieron pobre
incierta
caprichosa
Me formaron con grietas
con fugas
de carne trémula
patéticamente celosa

Fui hecha 
de cuerpo
frágil
de labios grandes
de secano y aciago 
de ojos soplones
sin molde, a mano

De cuerpo disperso 
huérfano
agobiado y sin rumbo
escuálido y menudo
Como anillo al dedo
en la circunferencia
de tus brazos.


A.