Mi fascinación por los elefantes nunca ha tenido que ver con su grandeza, ni con su permanencia como especie sobre esta tierra, sino que siempre me ha parecido que sus ojos encierran toda la nobleza y la tristeza del mundo.
En el fondo quisiera ser felina y poseer esa sensualidad puramente femenina. Dominar el arte de ignorar, manejar la distancia como arma de supervivencia. Ser independiente y nunca perder el sentido de dirección, caminar por la vida como si no existiera riesgo de caer.
Las libélulas emplean la ilusión óptica para acechar a los intrusos, se mueven de tal forma que se proyectan a sí mismas como seres estáticos mientras atacan con rapidez a sus víctimas, razón por la que creo...
me fascinan.
Dibujaba sonrisas, sanaba heridas, consolaba tristezas, atajaba vilezas... todavía conservo mi varita mágica de madera y en mi alma magia de la buena. ¡Qué nadie me salve de seguir siendo niña!
Me gustan las plumas, mucho. Y aunque a mis manías las tengo identificadas por su razón de ser, con las plumas no hay ninguna.
Quizá porque las asocio con la libertad y ese es mi talón de Aquiles.
Siempre sueño con dientes de león, desde pequeña. Sueño que les soplo y entonces, estalla el corazón en flores y también en desconciertos.
Alejandra
Me gusta cuando dices mi nombre, cuando se derrama en tu boca, cuando lo muerdes, cuando lo apresas... cuando al pasar por tus labios, irremediablemente me besas.
Por el momento, sólo por el momento, la tarde se despide y yo también. Las estrellas me invitan a viajar con ellas y mis ganas ya han dado la vuelta a la esquina y están por tocar.
Hasta pronto, hasta siempre.
A.