Lo ideal sería no enamorarse, pero si es inevitable deberá uno tener cuidado con la distancia de por medio, ésta debe ser menor que el amor y la añoranza. Si no es así, será mejor arrancarse el corazón. Deposítelo en un recipiente alejado de toda fuente de calor. No lo vuelva a contemplar y déjelo que se vaya acostumbrando. Examine semanalmente que su latir sea constante. No le preste mucho cariño ni atención porque en esas condiciones confundirá cualquier señal de cortesía con interés. Limítese a revisar que todavía palpite.
No se quite la sonrisa. No la pierda. La necesitará para poder lidiar con la estupidez humana. Si le es difícil esbozarla, entienda que para estirar los músculos faciales solo se necesita la voluntad de que permanezcan de esa manera. Si después de eso sigue sin saber cómo ejecutar una sonrisa honesta hágalo con el hígado, nadie notará la diferencia.
Y no llore, son instrucciones para corazones débiles, que no frágiles.
Cuando haga falta tome el corazón del recipiente. Póngalo en su lugar y déjelo que haga su parte. Por fortuna el corazón actúa rápido. No lo deje más de media hora, corre el peligro de reír espontánea y naturalmente o de comenzar a sentir dolor. Retírelo cuanto antes, en casos así será bueno sentir miedo a querer estar siempre cerca de él.
La distancia te acostumbra a extrañar e idealizar y en determinado momento, te enseña a ignorarla.
Déjese llevar por esa sensación que se llama enamoramiento. Pero no ame.
Llénese de emociones que no encuentren dónde situarse. El corazón no es el único lugar de su cuerpo con la capacidad para sentir y eso usted lo sabe.
De manera simultánea apiádese de usted mismo y evádase. Déjese ir. Esto no dura lo suficiente como para que el desamor lo mate.
Si ya entendió la mecánica, lea nuevamente y haga exactamente lo contrario.
Deje de cuidarse el corazón y ame.
Ame con locura, con risas y dolor, por la buena o por la mala. En término medio, un día sí y el otro también. Ame a diestra y siniestra. Con alevosía y ventaja. Con inconveniencia. Disfrute de la sensación, que importa si es correspondido o no. Ame en la distancia, a más no poder, al fin y al cabo, de buenas a primeras, de vez en cuando... Pero ame.
A.