Aún no estoy lista para contar lo que me pasará mañana, ni para empezar a describir como se vestirá el día cuando me muestre por primera vez a los demás.
Mucho menos voy a perder el tiempo escribiendo como llegaré hasta el insalvable obstáculo del mañana, ni como superaré la maratónica labor de empujar el segundero a través de este viejo reloj de arena.
Me enferma la sola idea de tener que repasar, cara por cara las impresiones que me causarán los que en mi camino se crucen. Apenas si soportaré el mareo provocado por la mirada angustiada sobre el camino largo que quedará aún por recorrer.
Me encontraré con la dificultad de darle hilo al día, de encontrarle sentido a la serie de sucesos. Cada uno se irá quedando sólo, indeterminado e irá desapareciendo al hacerse manifiesto su significado.
El día pasará, puedo asegurarlo, como nada más que un largo, larguísimo bostezo, que solo quedará por acabar olvidándose bajo el pesado cerrar de mis ojos.
Así fue como olvidándome de ayer salí hoy...
Y hoy mis ojos se atreven a cerrarse de nuevo.
A.