Llevo días pensando en que el silencio y la ausencia nunca en toda la historia habían comunicado tanto. Obviamente porque mientras más fácil se vuelve comunicarnos, y estamos disponibles por tantos medios, más peso y significado adquiere la negación de la palabra o de la presencia.
Antes, las cartas o mensajes sin respuesta, el email sin responder, todos dejaban posibilidad de error; las cartas podían perderse o los mensajes de filtrarse con el spam. Pero ahora la tecnología alivia esas incertidumbres al grado de no existir margen de error. De ese modo, creo, que ningún silencio hasta ahora había sido tan rotundo y elocuente como esa certeza solitaria cuando se espera una respuesta.
Me pregunto con temor a la respuesta, si en el futuro existirán silencios aún más fuertes. No sé, tal vez sea común comunicarnos telepáticamente, y podamos sentir exactamente el momento justo en que una persona literalmente nos saca de su mente y de su vida...
A.