Trecho







Llevo días pensando en que el silencio y la ausencia nunca en toda la historia habían comunicado tanto. Obviamente porque mientras más fácil se vuelve comunicarnos, y estamos disponibles por tantos medios, más peso y significado adquiere la negación de la palabra o de la presencia.

Antes, las cartas o mensajes sin respuesta, el email sin responder, todos dejaban posibilidad de error; las cartas podían perderse o los mensajes de filtrarse con el spam. Pero ahora la tecnología alivia esas incertidumbres al grado de no existir margen de error. De ese modo, creo, que ningún silencio hasta ahora había sido tan rotundo y elocuente como esa certeza solitaria cuando se espera una respuesta.

Me pregunto con temor a la respuesta, si en el futuro existirán silencios aún más fuertes. No sé, tal vez sea común comunicarnos telepáticamente, y podamos sentir exactamente el momento justo en que una persona literalmente nos saca de su mente y de su vida...


A.


Canguelo





Estoy buscando el equilibrio perfecto entre la felicidad y la tristeza.
Porque las esponjas nunca tienen un mal día.
(Chuck Palahniuk)





Cierro los ojos, respiro profundo y me quedo así... inmóvil y muda por la eternidad de unos segundos, conteniendo el grito que me nace en el pecho y amenaza con estallarme en la boca, justo como ese rumor perenne de una ola que nunca rompe y mantiene el horizonte en secreto.

Hay momentos que transcurren fuera de los relojes, abismos profundos y fríos que abren en el tiempo unas grietas irreparables. Creo que ya los conocía, no es la primera vez que el miedo me hace sentir ausente. Sólo que esta vez se trata de algo diferente, más grande o quizá más fuerte. No lo sé, pero a veces las búsquedas terminan en encuentros en los que sientes que tú eras el buscado...

No sé si me acostumbre a esta sensación de caminar hacia atrás y con mordaza, de sentir que el pasado se repite, de buscar entre la nada, de cerrar los ojos ante la evidencia de que solo soy eso, una austera voz preñada de miedo.

No sé si a mis palabras sin percusión se las lleve el viento, pero es mi oficio repetirlas
hasta que me quede sin voz o hasta que tu decidas oirlas.


A.