Anoche dormí por primera vez en mucho tiempo dentro de mi, había tanto silencio que me parecía escuchar a mi corazón hablar.
Estoy acostumbrada a las cosas temporales, porque todo siempre me ha parecido transitorio, con fecha de expiración. Sin embargo hay sentimientos que no cesan, que crecen dentro de uno y se quedan ahí acampando por décadas y crecen tanto que te obligan a salir de ese cuerpo en el que has habitado desde siempre. Entonces te conviertes en nómada no por convicción y mucho menos por rebeldía. Por necesidad te mudas de una sensación a otra más como huída que como viaje, pero siempre en el intento de descansar en el lugar que menos duele.
Tengo una afición a los espacios, a las palabras, a los mensajes, a lo dicho, a lo hecho, a la nostalgia, y mi desapego es siempre la graduación a mis intentos por recuperar lo que fui y dejar de sentir que soy más fugitiva que viajera, más vagabunda que turista, sentir que soy más mía... que suya.